Los tres principios de la improvisación
Dirás: “Bueno, a mí la verdad es que improvisar todavía me suena a desorden y falta de planeación, pero entonces eso en qué se basa o cómo funciona?”. Y nosotros te diremos: gracias por ACEPTAR nuestra propuesta de resignificar la palabra improvisación. Para hablar un poco de ese otro lugar desde el cual te proponemos pensar la improvisación te mostraremos los tres principios de la Improvisación Para la Vida.
Dirás: “Bueno, a mí la verdad es que improvisar todavía me suena a desorden y falta de planeación, pero entonces eso en qué se basa o cómo funciona?”. Y nosotros te diremos: gracias por ACEPTAR nuestra propuesta de resignificar la palabra improvisación. Para hablar un poco de ese otro lugar desde el cual te proponemos pensar la improvisación te mostraremos los tres principios de la Improvisación Para la Vida.
La técnica de la improvisación teatral existe hace varios siglos. Con base en ella, un conjunto de profesionales de las artes escénicas se unen y crean historias que no están escritas con anterioridad. Pero lo que acá nos interesa es el salto entre la improvisación como técnica teatral y la improvisación como posibilidad de vida.
Ese salto no lo dimos en solitario. Fueron muchos años de lectura, preparación y escena, muchos formatos de improvisación puestos en teatros y empresas los que nos permitieron descubrir una llave mágica: los principios con los cuales los profesionales construyen relatos increíbles, en vivo y en directo ante cientos de espectadores, sirven también para aplicarlos en la vida cotidiana.
Y no hablamos de la vida cotidiana de las actrices y los actores. Hablamos de la vida cotidiana de cualquier ser humano que esté vivo en el mundo de hoy. De hecho, en este mundo que compartimos, donde cada vez la cantidad y la frecuencia de interacciones aumenta, es un mundo donde la incertidumbre crece y, por tanto, es un escenario propicio para reconocer en la improvisación herramientas puntuales para gestionar lo desconocido, para navegarlo con la tranquilidad y la placidez de quien camina dentro de su casa.
Esas muchas horas de hacer improvisación nos han servido para sugerir una conversión de los principios de la improvisación escénica a la vida cotidiana. Si imaginamos una típica situación de improvisación escénica, advertimos un escenario, unos personajes y unas situaciones. Tal como en la vida: habitamos
contextos (el escenario), compartimos con otras personas (personajes) y estamos constantemente envueltos en situaciones: aplicar a un proceso de selección para un cargo, preparar una visita de auditoría de gestión de la calidad, adoptar una mascota, instalar un jardín en la casa, organizar un cumpleaños sorpresa.
Así es: todo el tiempo estamos en escenarios, y, de hecho, a veces contamos con público. Pausa para pauta comercial: en este curso genial, que se llama “Saltar al Vacío”, te preparamos para la presentación más especial de tu vida. Y, ya que estamos, date un paseo por este curso, donde mostramos cómo la improvisación se puede aplicar también a la gestión empresarial y de proyectos: “Qué camino cojo, Curso de improvisación estratégica”.
Decíamos: todo el tiempo estamos en escenarios, compartiendo funciones con otros personajes y envueltos en situaciones: desde regar las plantas hasta revisar las hojas de vida que llegaron en una convocatoria laboral. Así que extrapolar la improvisación escénica con la Improvisación Para la Vida no es taaan descabellado.
Pero ¿cómo es que los fundamentos que siguen los profesionales del mundo escénico se aplican también en la vida cotidiana? Sencillo: así como en el teatro de improvisación hay una serie de retos por superar (el hecho mismo de sacar adelante una historia que no está preescrita), en la vida cotidiana nos vemos retados constantemente a adaptarnos a condiciones que no teníamos previstas: ninguna hoja de vida se ajusta al perfil, pero debes tener tus candidatos preseleccionados pronto para entregárselos a tu jefe; tu asistente se enferma justo cuando debes preparar la auditoría; debes regar las plantas, pero se va el agua en tu barrio.
Fue en ese constante ir y venir entre la escena donde descubrimos algo muy potente: mientras esas situaciones aplacan un poco a las personas no preparadas en improvisación, los profesionales de la improvisación escénica no solo están preparados para resolverlas sino que se divierten montones mientras las solucionan. Te tenemos este ejemplo: en este podcast, algunos improvisadores de nuestro país reciben llamadas no previstas y no preparadas, y, sin embargo, las continúan, las llevan lejos y se divierten a todo pulmón.
¿Son acaso más inteligentes quienes se dedican profesionalmente a la improvisación escénica? Emmm, no creemos. Sabemos, y eso nos consta directamente, que todas las personas que se preparan, que entrenan la improvisación, encuentran nuevas posibilidades a su propio desenvolvimiento en lo cotidiano.
Y la diferencia la establece el conocer esos principios y aplicarlos. Pero, sobre todo, el hecho de hacer de su aplicación materia de observación: revisarlos, reflexionarlos, avivarlos, jugar con ellos. Hablemos entonces de esos principios.
- Percibir. Mirar no es lo mismo que ver; oír no es lo mismo que escuchar. Hay una diferencia enorme entre poner los ojos sobre algo y detenerse a mirar. La mirada pasa por la consciencia de lo que estamos viendo. La escucha pasa por la consciencia de lo que estamos oyendo. Ver y oír son actos fisiológicos, mirar y escuchar son procesos culturales y subjetivos, es decir, son lugares donde lo animal se cruza con lo humano. Por tanto, escuchar a nuestros pares, y mirar nuestro contexto constituyen el punto clave donde nos alejamos de los automatismos de especie y nos acercamos a nuestro propio territorio: lo habitamos y lo llenamos de significado. Percibir nos llena de presente: nos sitúa en el aquí y el ahora.
- Aceptar. Tu lugar, tu estado, tu reto, tu labor, tu rol. Aceptarlos porque son lo que son. Querríamos, eventualmente, cambiarlos, claro. Es posible. De hecho, estamos convencidos de que la Improvisación Para la Vida entrega herramientas para lograr una planeación estratégica más estratégica, más flexible, más orientada a las metas relevantes y más centrada en lo realmente importante. Aceptar abre la puerta que con los rechazos, las inseguridades y los bloqueos constantes mantenemos cerrada. Por eso decimos que la improvisación es útil siempre: no solo cuando los planes no te salen, también para diseñar planes que tengan ese aire, ese espacio, esa otra mirada que los hace más ricos y más enriquecedores.
- Proponer. A veces nos corresponde ser reactivos. Algo que teníamos en mente ya no puede ser. O no en los mismos términos y con las mismas condiciones en que lo teníamos previsto. Proponer nos lanza al vacío, pero si has observado y aceptado con consciencia, ya sabrás que el vacío no es otra cosa que el nombre que le ponemos a aquello que aún no conocemos. Pero, una vez lo transitamos por primera vez, es ya una ruta más dentro del abanico de rutas posibles. Proponer, entonces, aumenta tu plasticidad neuronal, tu creatividad, y tu capacidad de reacción.
La suma de estos tres principios nos lleva a pensar que la improvisación mejora nuestro desempeño en aquellos contextos en los que podemos preparar algo y ponerlo en escena, tanto como en aquellos otros en los cuales debemos adaptar, corregir, redireccionar.