Ventajas de Proponer, tercer principio de la Improvisación ·para la vida·

En nuestra entrega anterior hablamos de cómo Aceptar es una clave que nos abriría a la Improvisación Para la Vida. Ahora hablaremos del Proponer. Un principio que, aunque la costumbre sugiere lo contrario, muchas veces nos saca al otro lado, nos lleva al siguiente nivel: porque nos despeja el camino hacia los nuevos escenarios de acción. 

Percibir, Aceptar y Proponer son la llave maestra para incorporar la improvisación a nuestras vidas. ¿Significa que si improvisamos ya no hay que hacer planes, ni ser personas ordenadas ni tomar precauciones? No. No es eso. Por el contrario, estamos en la convicción de que cuando preparas el famoso “plan b”, haces planeación por escenarios o diseñas protocolos de contingencia, estamos operando con una convicción: eventualmente, las cosas podrían no salir conforme a lo planeado. En otras palabras, cuando realizamos esas prácticas (los planes b, los escenarios, las contingencias) estamos ya en un contexto de improvisación. Nos estamos preparando para no estar preparados. 

Los tres principios se llevan bien entre sí. Articulan momentos que se siguen secuencialmente y nos sacan de apuros. Ya hablamos del Percibir (convertirnos en esponjas que absorben toda la información disponible en el contexto) y del Aceptar (reconocer la situación en la que estamos). Es turno de identificar qué es lo que nos trae el Proponer.

Proponer es lanzarse a soltar las ideas, las respuestas, las apuestas, las reacciones con las que vamos a resolver la situación en la que estamos. Proponer surge orgánicamente cuando hiciste un buen ejercicio en el Percibir (sumaste datos, organizaste la información, hiciste el balance, la fotografía de la situación) y lograste un buen Aceptar (ya no te estás peleando contra la idea original ni estás rechazando la nueva situación). 

En el Proponer lanzamos las ideas, las compartimos con aquellas otras personas que están en la misma situación con nosotros. Por eso, Proponer refuerza la confianza en uno mismo y en el equipo con el que trabaja. 

Con el Proponer llegan las soluciones. Puede que la idea que se te ocurre o se le ocurre a tus coequiperos, no sea la mejor. Pero basta con lanzarla para empezarla a moldear entre todos, de manera participativa. Apunta esto en algún lugar: siempre es mejor una idea deficiente lanzada a tu red de apoyo que una idea excelente en algún recodo de tu mente sintiendo temor de salir. Nosotros lo llamamos “Comunicación para la Acción” y se refiere a la capacidad de intercambiar ideas y conceptos para concretarlos en el mundo físico, concreto, real. 

Te pidieron preparar una capacitación en tu área de experticia para un equipo de empleados nuevos. “Algo sencillo, de dos horas, breve”. Y sí, preparas tu contenido, lees, consultas nueva información, diseñas diapositivas espectaculares, preparas fichas, las repasas en la mañana, y ya estás ahí, ante el equipo de novatos que te va a escuchar. Un minuto antes de comenzar, el jefe te dice “Ay, mira, es que lo que teníamos preparado para la segunda sesión de la tarde se tiene que cancelar porque la conferencista canceló ¿Tú puedes dar una charla más larga, de cuatro horas?”.

Entras en pánico. Ni siquiera estabas taaaan seguro/a de completar las dos horas de capacitación. Ahora son cuatro. CU A TRO. Aprovechando que estamos en un ejemplo ilustrado, nos detenemos un segundo para darte esta pequeña dosis de seguridad ontológica: gracias a momentos como este, la humanidad ahora cuenta con grandes inventos, y también con sesiones de música inolvidables.

Continuamos con nuestra programación. Estás ahí, con algo de susto, temor, mariposas en el estómago (pero de las grandes, las que casi parecen murciélagos). Nuestro instinto natural, pero sobre todo la costumbre que hemos adquirido socialmente, sería rechazar. Decir: No. Disclaimer: decir NO, tantísimas veces, es sano. No seremos quienes rechacen el poder el NO para marcar límites. 

Pero, a veces, sientes que la pregunta que te hicieron “¿Tú puedes dar una charla más larga, de cuatro horas?” era más una pregunta retórica. Tu jefe, necesita esas cuatro horas, necesita que le cubras. 

¿Qué hacer entonces? Sencillo: aplicar los tres principios de la improvisación. Percibir: las miradas de tu jefe, la fila de novatos expectantes (es su primer día en el nuevo empleo, para que lo hagamos más dramático *disculpas*). Revisas brevemente tu historia manejando el tema del que vas a hablar (llevas años enteros dedicados a esa labor), repasas lo que leíste, los videos que encontraste… 

Aceptar: lo primero, dejar de pelearte contra la idea de que tenías preparado dos horas, porque te dijeron dos horas, y ensayaste para dos horas. Esa idea, ese plan, ese guion, ya hay que dejarlo ir. Es hora de entrar en la nueva sigtuaciòn. Entonces, te dices internamente, “Bueno, es verdad que doblar el tiempo me da un poco de estrés, pero es el tema que apasiona, lo domino con tranquilidad, y, de paso, voy a tener tiempo para mostrar algún material adicional”. 

Proponer: negocias con tu jefe… “Vale, había preparado dos horas porque fue lo que me pidieron. Lo puedo doblar, claro, pero entonces iré más lento, y le daré más participación a los novatos. Y me voy a permitir presentar algunos videos que usé para organizar mi contenido”. 

También podrías usar esas dos horas para dirigir la capacitación a la parte práctica: ¿qué tal una corta inmersión? ¿Tal vez una visita a las oficinas? ¿De pronto una clínica, o una sesión de profundización? ¿Un videoforo? Proponer te abre a nuevos escenarios, que puedes compartir con tu equipo. Tal vez lo que presientas como una mala idea puede ser una gran idea, o se puede mejorar en la interacción con quienes están ahí contigo. 

Mira entonces que Proponer solo trae ventajas. Más ventajas que el NO rotundo, cerrado, radical, encriptado. Más ventajas que quedarte en silencio. Siempre que hayas hecho un buen Percibir y un buen Aceptar, lo que trae el Proponer es mágico. 

Veamos entonces tres ventajas (ajá, son más, pero para poner foco en lo más inmediato) enormes que nos trae el Proponer. 

  1. Proponer pone la mirada en el presente y te prepara para el futuro. Seguir mirando atrás, hacia el plan original, solo sirve si desde ahí sacas información relevante para tu propuesta. Proponer te pone aquí/ahora con una actitud de apertur, visualizas nuevos horizontes, entras en la vibración de la creatividad. Alimentas la imaginación
  2. Proponer te aligera. Porque ya no cargas el peso de lo que no fue. Entonces lo que no fue se puede convertir en algo mejor. La levedad va llegando porque ya miras hacia donde hay que mirar, y tomas cartas en el asunto. Dejas el lamento y la renegadera, y automáticamente pierdes peso. Proponer te aligera porque tu cerebro entra en la sonda de la creación imaginativa, la complicidad: la confianza.
  3. Proponer te llena de entusiasmo junto a otros: te lleva a conspirar. Esa idea de que conspirar significa “respirar juntos”, es decir, sincronizarse, se hace más patente acá. Proponer te invita a imaginar nuevos escenarios y a compartir esas imágenes con tus coequiperos. Estamos todos en la misma situación, remamos para el mismo lado. Entonces, por ese lado, la vida te recuerda que a menudo entramos en proyectos colectivos donde la suma de todos es más grande que la suma individual de las capacidades. Llega el entusiasmo porque te conectas y te comprometes con la (nueva) situación.

Así es como Proponer nos saca adelante, nos invita al próximo nivel. Si algo de desconfianza asoma en este momento, o si te parece que todo es muy utópico, te invitamos a recordar alguna vez que hayas resuelto una situación por una vía diferente a la esperada o acostumbrada. ¿Qué sentiste al terminar? Con toda seguridad recogiste aprendizajes que son relevantes en la vida que vives hoy. De eso se trata la Improvisación Para la Vida, nuestra amable invitación.