Improvisar es saltar al vacío

Hablaremos acá de esta contradicción: a menudo soñamos materializar resultados diferentes; pero, al mismo tiempo, nos cuesta hacer las cosas de una manera diferente. Por eso la idea de “saltar al vacío” nos asusta. El vacío nos conduele, nos aterra, nos produce una sensación extraña en el estómago. Pero, como te contaremos acá, a veces el vacío (lo desconocido, lo nuevo) son el camino necesario para reconocer otras posibilidades. Y en ello es clave la improvisación. 

A veces parece que este blog se dedicara a publicar cosas poco taquilleras, asustadoras o que, por lo menos, van en contravía de lo que la vida cotidiana, la costumbre o la sociedad nos invitan a hacer convencionalmente. Y, en cierto sentido, sí: estamos convencidos de que si, siempre hacemos lo mismo, siempre obtendremos los mismos resultados (para materializar resultados nuevos, inquietantes y mejores, hicimos este curso “Qué camino cojo: Curso en Improvisación Estratégica”. Entonces, sí, este blog habla en dirección un poco alternativa a lo acostumbrado, porque tenemos la convicción de que la improvisación te puede dar herramientas para hacer cosas distintas (o las mismas, pero con otro enfoque) y, desde ahí, materializar resultados diferentes. 

Saltar al vacío es un punto al que llegamos, en general, por dos vías. Esas dos vías, no se diferencian mucho de lo que nos enseñaron en el colegio al hablarnos de los nómadas y los sedentarios: unos pueblos optan por asentar su vida en un territorio fijo; otros se lanzan a un trasegar sin fin (leer más). A veces, porque queremos un cambio. Decides reahcer tu vida en otro país. Y ahí vas, en un aeropuerto desconocido, con señalizaciones en otro idioma, con gente que huele distinto y mira distinto. Ahí, en medio de ellos, habrás de resolver cómo llegar al que será tu nuevo hogar. Una vez en ese nuevo espacio, las cosas nuevas no van a parar: cómo conseguir protegerse del frío, cuáles son las horas del transporte, una nueva sim para el teléfono móvil, y un largo etcétera. Sin embargo, la situación es muy diferente si decidiste ir a ese lugar. Quisiste saltar al vacío, y ahora estás ahí. Asusta, pero finalmente fue lo que elegiste. 

Otras tantas veces la historia es un poco menos amable, prevista o esperada. A veces la vida nos obliga a saltar a lo desconocido. Y eso, de entrada, suena violento, aunque no necesariamente lo es. Mira por ejemplo grandes inventos que surgieron de lo que parecía ser un error. Como sea, a veces te toca, te ves en la obligación de hacerlo: debes saltar al vacío. 

En cualquiera de los dos casos, nuestra recomendación siempre será: sigue los principios de la Improvisación Para la Vida. Verás que nunca fallan: siempre logran sacarte al otro lado, llevarte al siguiente nivel. 

¿Pero qué es lo que ocurre cuando debemos saltar al vacío (sea por deseo u obligación)? ¿Por qué se produce miedo? Y, sobre todo, ¿cómo la improvisación nos puede ayudar a que el salto sea amable? 

Vamos con lo primero. Cuando ocurre que debemos saltar a lo desconocido, el cuerpo reacciona. Se niega. Por eso pregunta, una y otra vez, si sí es verdad que debe lanzarse. O si se puede postergar el lanzamiento. Ante esta situación, nuestra más honesta recomendación es seguir ese principio denominado Aceptar.

Sigamos: ¿por qué se produce miedo? El miedo es un invento de la evolución. Consiste en la configuración de un estado físico y mental que nos prepara para combatir el peligro o, al menos, evitarlo. Por eso, los comportamientos de lucha, huida o parálisis están en todas las especies animales. Y eso incluye a los humanos. En tal caso, nuestra recomendación, también la más sensata de la que somos capaces, es: Percibir

No siempre luchar es la mejor opción; ni tampoco lo es siempre huir. Hay situaciones de situaciones, pero nadie sabe mejor que tú cuál ha de ser la forma de afrontar cada una de ellas. 

Vamos a la oficina, ese gran lugar para los ejemplos. Llamada del gerente nacional: te pregunta si estás preparado/a para recibir a los nuevos inversionistas. Estas personas quieren conocer todas las sedes de la empresa, a ver si es un buen lugar para invertir su dinero. Tiemblas. Pides un par de días para pensarlo. Te dan (tan solo) un par de horas.

Minutos después, luego de la debida llamada al amigo/a de confianza o al compañero/a de oficina al que siempre le cuentas tus cuitas, recuerdas esas palabras. El gerente nacional preguntó “¿Estás preparado/a?”. Es un acto de confianza, claro. Pero también una pequeña prueba. No te dio una orden. No te preguntó si tenías disponibilidad. Preguntó si tenías la preparación. Entonces tal vez hay algo más. Y ahí está el salto al vacío.

Retro-spoiler: ese proceso de revisar qué fue lo que te dijeron es la aplicación del principio que llamamos Percibir, y lo abordamos bastante en este curso: “¿Me repite por favor? Curso virtual en escucha activa”.

Solo tú sabes si es mejor aceptar o rechazar, huir (como cuando dices “Ay, me encantaría pero ese fin de semana ya tengo un compromiso familiar” *que no existe*). Y, créenos, para cada situación te tenemos una entrada en nuestro blog o un curso excepcionalmente nutritivo en el GymproVirtual, nuestra academia formativa.

El pavor que te da imaginarte haciendo la visita guiada con los inversionistas es el vacío. Si decides saltar o no, es cuestión tuya, claro. Pero ahora lo que nos interesa es entender ese miedo. ¿Por qué se activa? Es, claramente, un mecanismo de defensa. Es tu primera visita con inversionistas. Temas fallar: si no se animan a invertir, tal vez todo el mundo te culpe. 

Sin embargo, la improvisación tiene algunas cosas para decirte al respecto. La primera, y tal vez la más importante, es que sigas los principios de la improvisación: Aceptar, Percibir y Proponer. La segunda, que actives tu confianza. Tercero, tal vez la más importante: que te lo disfrutes. 

Sí: te llamaron a ti, como parte del equipo, porque confían en ti. Saben que lo puedes hacer bien (aunque tú no lo creas, y a menudo te empeñes en convencerte de que no). Si lo haces vas a aprender montones. Y en cada segundo habrá una atención suprema a cada palabra y en cada lugar al que decidas llevarlos. La atención puede ser una manera tranquila de disipar la tensión. Si dices que sí vas a estar varias horas preparando tu discurso, la ropa de ese día. Incluso, si lo obsesivo suele hacer presencia en tu vida, vas a pensar a dónde podrías llevarlos, en caso de que, luego de la visita, quisieran salir. 

Ya sabemos que a tu parte seria no le gusta eso de que “la vida es un juego”. Pero, si lo miras detenidamente, tiene mucho de juego: tienes un personaje, una situación y contigo comparten espacio/tiempo varios personajes, cada uno de los cuales tiene misiones. Escuchar, y en general Percibir, es mucho aprender a observar esas misiones, y ver dónde se encuentran. Y es probable que esta visita de los posibles inversionistas sea el salto al vacío que te prepara para un ascenso. No lo sabemos. Pero es una posibilidad. 

Bonus track: Saltar al Vacío (también) es nuestro curso de expresión oral y corporal, por si, además de decir que sí, decides preparar una presentación que sea inolvidable.