¿Pueden las empresas improvisar?

Hablamos de improvisación todos los días, hacemos show desde la improvisación día sí y día también, de forma que alguien podría preguntarse: ¿o sea que, como empresa, también improvisan? Corporativamente hablando, ¿improvisan todo, a toda hora? La respuesta adelantada es: no, ni mucho menos. Pero la versión menos larga de la respuesta es más interesante. A ella dedicamos este post.

¿Cuál es la dosis exacta entre planeación e improvisación en el mundo empresarial? Esa es una gran pregunta, sin duda. Y al respecto tenemos mucho que contarte. Por que, sí, decimos “improvisación” cada tres palabras (basta con que mires nuestro blog y te percates de ello), hacemos shows de improvisación, formamos en habilidades para la vida a partir de los principios de la improvisación y, como si fuera poco, nuestra academia virtual se llama Gympro. Pero como hemos notado que constantemente la palabra “improvisación” suena a desdén y ocurrencias, comprendemos que existen muchas barreras para que la gente seria, planeadora, corporativa y racional, acepten la improvisación como una competencia corporativa. Así que si te has preguntado ”Pueden las empresas improvisar”, este será tu post favorito.

La respuesta corta es: sí, las empresas pueden improvisar.

Nuestra respuesta atrevida es: las empresas DEBEN aprender a improvisar.

Es solo que, de antemano, no se sabe en qué momentos será necesario improvisar, ni quiénes deberán hacerlo. A lo que sí te puedes adelantar es a comprender los principios y algunas herramientas de improvisación para que, cuando llegue el momento, realmente estés preparado para no estar preparado 😉 

La improvisación en el escenario empresarial

En esta entrada del blog estamos hablando de la improvisación en el ámbito corporativo. Lo hacemos como una mezcla de dos ingredientes: 1. Toda la experiencia que tenemos desde hace 20 años que permitimos a la improvisación llegar a nuestras vidas y, desde ella, montar una empresa. 2. Todos los inputs que hemos recogido en tantos años liderando procesos formativos en equipos de trabajo.

¿Pueden las empresas improvisar? ¿Deben? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?

De esas preguntas es más fácil empezar con la del porqué. Si se tratara de establecer un punto de referencia de “cuando todo cambió”, diríamos que la globalización marca un punto de giro. No es que antes de la mundialización de los mercados todo fuera estabilidad perpetua. Pero, definitivamente, las dosis de incertidumbre que se manejan ahora son mucho más altas. 

Para retenerlo en una imagen, pensemos en esto: si una empresa fabricaba sombrillas para la venta en una ciudad (o dos ciudades, como mucho), tenía que conquistar clientes de una sola ciudad. Aprender a conocerlos, observar sus costumbres, reconocer sus hábitos de compra. Pero, en la inmensísima mayoría de casos, su competencia no serían muchas otras marcas de fabricación de sombrillas. Es más: ocurría muy a menudo que en una ciudad solo se conseguía una marca de sombrillas, de forma que el único fabricante ni tenía que esforzarse por competir.

Esa época podría estar ejemplificada en la famosa frase de Henry Ford: “Yo fabrico coches de cualquier color, siempre que ese color sea negro”. 

Si lo miramos desde la perspectiva de los clientes, hay algo que nos sugiere que tener más opciones de sombrillas es mejor que solo tener una opción de sombrillas. Pero cuando miramos desde la empresa, es difícil entrar a competir cuando ya no eres la única marca de sombrilla. Incluso, cuando desde el extranjero (o sea, China) llegan sombrillas más baratas. Te llenas de excusas: sí, pero las mías son mejores, más finas… Si cuestan más es porque van a durar más. Y sí, puede ser cierto. Pero, por alguna razón extraña, la gente se olvida de tus sombrillas, las tradicionales, las que han usado toda la vida, generación tras generación, y se van, fascinados, obnubilados, boyantes, a comprar esas otras sombrillas. 

La globalización aumenta las opciones disponibles. Y la velocidad con que se presentan. Y la velocidad con la que se ausentan. Y la cantidad de actores que están interactuando en redes de intercambio. Así, cada día trae un número mayor de transacciones, intercambios, mensajes, solicitudes, demandas, exigencias, retos y etc. 

La buena noticia es que la improvisación está altamente relacionada con la incertidumbre. Porque, en la actitud impro, la incertidumbre trae posibilidades de juego, de diversión. Tiene retos, sí, pero los retos son menores cuando sigues los principios de la improvisación. Y, sobre todo, cuando aplicas el decálogo [+1] de la improvisación. 

No hay fórmulas mágicas: la Improvisación Para la Vida contiene conceptos y herramientas que ayudan a vérselas mejor con la incertidumbre. 

Así que: ¿deberían las empresas improvisar? En realidad, deberían estar listas para hacerlo. Y familiarizarse con los climas de cambio incrementado y acelerado.

Recursos de la Improvisación para usar en la empresa

Lo que hemos aprendido es mucho. Por eso te vamos a compartir, desde nuestra experiencia liderando procesos formativos en las empresas, y desde nuestra propia experiencia empresarial con El Morenito INC, un set de ideas/conceptos/herramientas para familiarizarse y apropiarse de la improvisación en el mundo empresarial. 

  1. Escuchar/observar siempre. Hay que estar atentos, mantenerse siempre en estado de atención plena. Sirve para la vida, sirve para las empresas. El mercado cambia, los clientes evolucionan, las reglas de juego se transforman. Nada mejor que estar en atención permanente. 
  2. Jugar, divertirse. Sí, es una empresa, las reuniones son serias, los indicadores deben ser revisados, con las metas hay que ser exigentes. Sí a todo. Normi. Pero las empresas existimos porque ofrecemos una propuesta de valor. Y esa propuesta está centrada en las habilidades de su equipo de trabajo, de suerte que reconocer que estamos dándole al mundo aquello en lo que somos buenos, aquello que el mundo tanto necesita, es una gran forma de divertirse.
  3. Armar equipos desde los talentos, las capacidades, los deleites. Llenas un auditorio con 47 personas que no se conocen. Los dejas 20 minutos a solas. vuelves. ¿Qué ha pasado? Que quienes estudiaron antropología ya se conocen y están hablando de Levi-Strauss; que quienes son gamers ya están compartiendo sus últimas novedades; que quienes montan bicicleta ya tienen un plan para el fin de semana. Así son los equipos reales de trabajo cuando están orientados desde aquello que saben hacer: identifican fácil sus plataformas y las usan.
  4. Confiar. En uno mismo y en los demás. No es pues una confianza ciega, es una confianza que se gana progresivamente. Cuando dos personas enfrentan juntas un reto algo nuevo surge entre ambas. Algo nuevo y muy potente. Y eso genera confianza
  5. Des-hacerse de la idea de error (y evitar los impostores). El reto más grande de los escenarios de improvisación en la empresa es olvidar pronto el plan inicial. El plan estaba bien, pero la vida tenía sus planes; el universo tiene sus ritmos. Cuando las cosas cambian es importante reaccionar, a partir de lo que se tiene y se conoce, a lo nuevo y desconocido. Si captas el ritmo de la improvisación, ese ritmo es sincopado, ligero y ágil. Pero no es un toro salvaje, o no necesariamente. Salvo que temas el cambio. Si hay miedo al cambio, cualquier mínimo movimiento en el entorno se siente como un tsunami.