La improvisación, el juego y la narrativa:

la receta de la fábrica de la improvisación

En nuestra fábrica de la improvisación hay tres ingredientes secretos que, después de este post ya no serán tan secretos. Los vamos a desvelar, ante todo, porque los tres incluyen grandes beneficios para tu vida. Así que 👀

Seguimos en el ejercicio de narrarnos como empresa. En la entrada anterior marcamos, formalmente, el paso del umbral: de la timidez a la comunicación clara y transparente de lo que tenemos para ofrecerte. Es verdad que hablar de nuestro trabajo no es nuestra actividad favorita, porque  nos interesa más brindar herramientas concretas con las cuales poder mejorar la sensación de estar vivos. Así que en este post vamos a revelar nuestros tres ingredientes secretos y, sobre todo, te vamos a contar cómo se pueden aplicar en tu vida para lograr días más felices y fluidos. Hablamos de la improvisación, el juego y la narrativa, la receta de la fábrica de la improvisación.

La improvisación, siempre, al centro de la vida

Improvisación es la palabra que más empleamos. Pero no solo la palabra, es la actitud, el ritmo. Este blog es, un poco, una Pequeña Enciclopedia Morena Ilustrada sobre qué es (y qué no es) la Improvisación Para La Vida, cuándo sirve y cómo se aplica. Es un puente para pasar de la tensión a la atención, un puente que, al cruzar te acerca de manera más clara a tus propios objetivos.

Sin embargo, lo que más querríamos resaltar es que los objetivos, con todo y lo apreciables que son, solo se consiguen mediante hábitos. Los hábitos son esas acciones que repetimos constantemente y que, de manera silenciosa, se convierten en el paso definitivo hacia la experticia y la sabiduría. 

Obvio, la mayor parte de los humanos que vivimos en este planeta somos bastante hábiles en encontrar razones para NO hacer las cosas. Un poco la vida (y la educación, y la sociedad en la que vivimos, y los jefes, etcétera, etcétera, etcétera…) nos han dado razones de sobra para protegernos con el NO. El NO nos sirve como escudo para protegernos de la incertidumbre, de los peligros, y de un eventual fracaso (o varios fracasos, digámoslo abiertamente). 

El NO, muchas veces, también nos evita saltar al vacío y, en consecuencia, nos aleja de muchos escenarios futuros que pudieran ser mejoradores de nuestra propia calidad de vida. 

Así que, con todo y el amor que profesamos por los objetivos, sirve entender la Improvisación Para La Vida como una actitud que permite prepararnos para no estar preparados. En otras palabras: los principios de la improvisación nos ayudan a convertir la improvisación en un hábito. 

Beneficios de la improvisación para la vida en la vida cotidiana

Son tantos que no caben en una entrada del blog. Aunque los encuentras en nuestro GymproVirtual (una academia virtual dedicada a formarte en habilidades para la vida), en este mismo blog, en nuestros espectáculos, nuestros libros y nuestros procesos formativos, acá te vamos a contar algunos de los beneficios de abrazar la improvisación en la vida cotidiana.

  1. Cuando improvisas, aceptas. Y, al aceptar, pierdes menos tiempo quejándote por lo que no fue. Entras pronto en la nueva situación y sientes lo liviano y ágil que es aceptar lo desconocido, navegarlo como una aventura. Altamente recomendado: este horóscopo para saber cómo improvisas según tu signo.
  2. Cuando improvisas entras en estado de flujo. Tanto más se cotiza al alza la palabra “mindfulness” más nos queda claro que estar en el aquí y el ahora es una fortuna con la que pocas personas pueden contar. Tal vez sea tu caso, tal vez no. Lo importante: cuando vas al ritmo de la improvisación, el presente se hace el único tiempo posible, reconoces plataformas que te ayudan a buscar repertorios de decisiones o pasos a seguir, y te vuelves protagonista de tu propio presente, de tu propia historia. Altamente recomendado: este Decálogo [+1] de la Improvisación Para La Vida.
  3. Cuando improvisas aumentas la autoconfianza. Porque te ves saltando al vacío, asumiendo la incertidumbre como parte de la vida, jugando con los recursos que tienes a mano, y creando tus propias soluciones para los problemas que surgen en el contexto. Miras hacia atrás y te ves capaz: lograste resolver algo que te daba temor; has ganado una nueva habilidad que se va a quedar contigo siempre (y que va a mejorar si la sigues practicando). Altamente recomendado: este podcast, donde podrás escuchar gente que no sabía a qué la llamaban, pero terminaron jugando junto a su llamador, armando historias divertidísimas.

Y, bueno, la improvisación es nuestro primer gran ingrediente. 

Sí, es verdad, no es taaan secreto, porque está en cada título de nuestro blog, en cada línea de nuestra página y en cada promesa de nuestros espectáculos. Pero los que vienen sí están un poco más ocultos. 

El juego 

Jugamos mucho. Hablamos de los humanos, como especie. Pero también como empresa. Somos, de hecho, el espíritu del juego. 

Nos verás jugar siempre. Cuando hacemos las cosas como un juego, en realidad, no es que las estemos tomando deportivamente (hablamos de los humanos, y también de nuestra empresa). Respetamos las reglas del juego porque las reglas son el juego. Las reglas nos dicen hasta dónde ir, o cuándo termina o cuándo cambia el juego. 

En el lenguaje de la improvisación, las reglas son la plataforma del juego: establecen criterios, normas, límites, roles, estados. Pero mira lo bello: cuando jugamos (hablamos como humanos) no sentimos las reglas. Quedan en un segundo plano. Y nuestra atención, todo nuestro percibir, se van a lo que está sucediendo. Jugar, entonces, es una gran forma de entrar en estado de flujo: entrar en la más profunda atención posible. 

Beneficios del juego en la vida cotidiana

Todos. Todos son beneficios. Dirás: “Tan ingenuos ustedes si creen que yo a mi gerente le puedo responder como en un juego”. Diremos: ¿y quién te dijo que ese rol duro, áspero, distante y a veces peyorativo que usa tu gerente no es también parte de un juego?

Nosotros nos asombramos al descubrirlo: nos dijeron que el juego era poco serio, una entretención de los ratos libres, y que, de día, debíamos ser serios, productivos, focalizados, estrictos. Pero luego de muchos años dirigiendo procesos formativos en las organizaciones captamos algo esencial: la seriedad es, también, un papel, una forma de jugar al juego. Jugamos al juego de la seriedad, y todos lo aceptamos. 

¿Eso está mal? De ningún modo. Solo basta con entender que el juego es una forma de plantear las reglas (que a algunas personas haya que decirles “doctor” o “doctora”, que haya un horario de entrada definido, que los correos tengan unas formalidades), unos personajes (sí, sin miedo, admitamos que ser jefe, supervisor o directora son roles, como lo son ser madre, tía o amigo cómplice) y unas acciones (lavar, recolectar, coser, inscribir). 

El juego es una actitud en la que lo realmente importante es ceñirse a las reglas que nos son comunes para simular una situación. Desde luego, la vida real no es una simulación, pero sí que tienen parecidos. 

Hablemos pues de los beneficios:

  1. Cuando juegas te diviertes. Esto no sorprende tanto en el contexto mismo de los juegos, pero si lo llevamos a la vida cotidiana tiene su lado sexy: qué tal si la oficina la vemos menos como el templo de la seriedad y la empezamos a ver como un templo de la seriedad donde la seriedad no es más que un código, un acuerdo, un consenso. Spoiler: ser productivos no implica necesariamente ser serios, y la seriedad no implica ser aburridos. Recomendada: la agenda morena (programa reuniones y dibuja o lee chistecitos mientras tus objetivos se cumplen *sonriendo en el proceso*).
  2. Cuando juegas estás en estado de presencia. Porque un jugador desatento es un mal jugador. No nos gusta jugar con quien se duerme entre turnos, ni con quien se eleva al recibir el balón. Nos interesan jugadores full atentos, con la mirada en la acción, dispuestos a reaccionar. La presencia (ese estado que pocos alcanzan en el mundo de hoy) es el requisito fundamental para entrar en estado de juego. Recomendado: en esta entrada hablamos de la improvisación como táctica para llegar a la atención.
  3. Cuando juegas buscas constantemente dar lo mejor que tienes. Spoiler: sobre todo cuando no te lo propones. Al jugar, el espíritu competitivo y el deseo de llevar el juego adelante llevan tu atención al objetivo mismo del juego, y acercarte a ese objetivo te empuja a mejorar tus propias versiones. Recomendado: improvisar es avanzar.

El juego es uno de nuestros ingredientes secretos. Y puede ser el tuyo, siempre que asumas los retos de la vida (en parte) como un juego. O, mejor, que mires las situaciones más duras como si se trataran de un juego: descubrirás los roles, las reglas (explícitas y ocultas), las dinámicas, la banda sonora. Entenderás que es un planteamiento, una historia en la que estás jugando un papel. Y ese es nuestro tercer ingrediente secreto.

La narrativa

Contamos historias. Hablamos, claro, de los humanos como especie. Y también de nuestra empresa. Contar historias es lindo. Y también puede ser feo: como cuando el amiwis te escribe a WhatsApp “Te tengo un chisme, pero no te puedo contar ya”. 

Lleguemos pronto a un acuerdo, amiwis del mundo: si anuncias un chisme, cuentas un chisme. No dejas esperando (es decir, sufriendo) a los demás. Ese mandamiento iba a salir en la Biblia, pero el traductor se demoró en enviar el texto. Pues, al menos ese fue el chisme que nos contaron. 

El caso: contamos historias porque esa fue una de las maneras como nuestra especie pudo ampliar su conocimiento del mundo sin tener que vivir, cada ser humano, cada faceta del mundo. En otras palabras: las historias nos permitieron almacenar información que ayudó a prevenir tomar plantas venenosas, sobrepasar los límites seguros en el territorio o sembrar las plantas equivocadas en la estación equivocada.

Beneficios de la narrativa en la vida cotidiana

Otra vez: todos. Todos son beneficios. Al ver la vida como una historia recuperas algo de distancia frente a la dureza de algunas situaciones que ocurren. De la mano de la Improvisación Para La Vida, además, reconoces la importancia de percibir toda la información que circula cerca tuyo, lo cual te empodera para entenderte como parte de esa historia: co-protagonista, co-guionista.

  1. Cuando narras te afirmas un lugar en el mundo. Las historias recuperan la visión de un narrador. Son el resultado de coger los hechos objetivos y filtrarlos por la visión (la percepción, en general) de quien narra. Así que narrar te ayuda apropiarte de sucesos importantes, sucedidos o que están a punto de suceder. Recomendado: aquí te contamos qué tipos de historias hay y qué tipos de vidas vivimos en lo cotidiano según la estructura narrativa que elegimos.
  2. Cuando narras resaltas tu sentir. Constantemente apagamos las emociones. Las dejamos en una capa oculta. Es uno de los trucos para sobrevivir al mundo actual, uno donde mostrarse frágil puede ser aprovechado por otros. Aprender a ocultar las emociones de los demás puede ser una táctica de supervivencia. Pero ocultarlas de uno mismo es un error. Tal vez se hablen pestes de la tal “generación de cristal”; pero es cierto que esa nueva generación es, también, una que ha aprendido a expresar sus emociones (en las vías y las maneras que sean, y de las que cada cual podrá tener su opinión). Altamente recomendado: acá te damos pistas de cómo emplear la pausa y el silencio desde la improvisación (y la pausa y el silencio son clave para dar con las propias emociones y poderlas integrar a la historia). 
  3. Cuando narras trazas un camino entre tu presente y tus objetivos. En toda narración hay un conflicto por superar, una meta a la cual llegar. Las historias se forman como un arco entre un presente y un punto al que se quiere o se necesita llegar. Narrar te vuelve a marcar la importancia de ir hacia algún lado (ese lado no tiene que ser exterior, tu cuerpo es también un lugar, viajar hacia uno mismo también es importante). Recomendado: acá te contamos las ventajas de proponer (historias).

El Morenito INC está cimentado sobre la improvisación, el juego y la narrativa. No son valores corporativos, ni declaraciones bienintencionadas. Son principios que se convierten en realidades. Y te hacemos parte de ellas porque podemos dar fe de todo lo que permite vivir una vida más fluida, productiva y feliz. 

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